martes, 28 de enero de 2014

PUBLICADO EN LA SILLAROTA.COM 25012014



Cada sociedad humana que ha existido genera sus propios códigos que marcan diferencias y establecen roles entre sus miembros. Por ejemplo, los aztecas y muchas sociedades del México prehispánico se dividían en funciones: Una parte de la sociedad trabajaba el campo y generaba bienes para el uso de la sociedad; otra parte se encargaba de mantener la cohesión religiosa y generaban el conocimiento científico en general; una más  la fuerza militar que era un factor decisivo para no sucumbir y desparecer ante otros grupos sociales y una más se encargaba de gobernar. En este caso el pertenecer a cada grupo generaba obligaciones, privilegios (derechos que no compartían con otros, más bien), y posibilidades de progreso individual.

En los dos siglos pasados existió una fuerte corriente de pensamiento, que muchos identifican como “modernidad”, en cuyo centro descansaba la idea de la igualdad y la masificación. Los derechos de las personas se volvieron universales, la salud a través de la ciencia se perfiló de la misma forma, el derecho a la participación política y social a través del voto se cristalizó y podríamos seguir mencionando otras áreas modernistas y unificadoras. El gran diferenciador fue entonces el dinero. Uno podía subir y bajar en la escala social dependiendo del ingreso que tuviera, los negocios que lograra o los bienes que acumulara, provocando la diferenciación que antes creaba el mero hecho de nacer en tal o cual barrio o familia.

Y esta situación también ha ido cambiando, de hecho está cambiando en nuestros días. Desde que  las sociedades pasaron a ser postindustriales, postmodernas e hipermodernas el gran diferenciador es la información y no tanto el dinero per se. Si uno tiene un acceso libre y positivo a la información, afirman ciertos postulados optimistas,  la posibilidad de que una persona o un país obtengan dinero, trabajo y bienestar se incrementa muchísimo aún si no cuentan  al inicio con tantos recursos económicos como era necesario en el pasado. Y por supuesto, dicen los tecnooptimistas,  la información genera conocimiento y este conocimiento genera posibilidades  y así logramos un maravilloso círculo virtuoso gracias a las TIC´s y la democratización informática en beneficio de todos.

Hasta aquí todo suena bastante bonito y divertido, sin embargo dentro de esta visión, como en todas  las utopías, se esconden algunos aspectos oscuros y tentadoramente autoritarios. Y esta semana la declaración de Karsten Gerloff,  presidente de la Fundación de Software Libre de Europa (FSFE), acerca de que las compañías que manejan las redes sociales ven a los usuarios como productos y no como personas, además de que apoyan a los gobiernos que los espían, y su apocalíptico escenario de desaparición de Facebook nos acerca a algunas de estas zonas oscuras.

Gerloff es la cabeza visible de una organización que ejemplifica la batalla que la sociedad de la información ha desatado y que determinará cual será el rostro y forma de la sociedad tecnológica del futuro. Por un lado encontramos a gobiernos, corporaciones tecnológicas valuadas en billones de dólares y muchos intereses comerciales y de seguridad. Estas fuerzas pugnan por mantener un esquema parecido al que la producción industrial construyó en su momento: una(s) compañía(s) desarrolla, construye y comercializa la tecnología  que permite el funcionamiento de los modernos canales de comunicación e información: desde la TV y radio tradicionales, hasta tablets, aplicaciones, smartphones y software. De esto surge una ganancia económica y derechos de uso y propiedad intelectual y una diferencia socialmente marcada: los usuarios y los dueños de la tecnología que los primeros utilizan.

Por el otro bando encontramos algunos organismos internacionales, estudiosos y principalmente grupos sociales organizados que propugnan por una sociedad de la información y el conocimiento libre, entendiendo eso sin restricciones en el uso de las tecnologías y su uso, sin que eso genere nuevo magnates ni concentraciones de poder a través de esquemas de acumulación especulativa y obsolescencia tecnológica. De esta visión surgen Anonimous, la FSFE, el informe MacBride (que ya cumplió más de 30 años) y muchos grupos de hackers, ciberanarquistas y opositores al copyrigth aplicado a las TIC´s. 

Para ellos el peligro que se cierne es el de una pesadilla distópica al estilo de la novela 1984, o dicho con un ejemplo claro, que nadie ni nada pueda salvarse del control de las corporaciones y el estado a raíz de nuestra dependencia tecnológica permanente.

Como siempre ocurre en estos debates deterministas ambas visiones tienes exageraciones y puntos criticables, pero coinciden en un punto. Lo que marcará la diferencia en la sociedad del futuro será el acceso que se tenga a la tecnología, el conocimiento y la información. Lo que resulte de esta lucha  marcará la libertad de comercio y negocio, la creatividad artística en función de su distribución y la capacidad de generar una imagen del mundo por parte de las personas, pues podría depender de acceder a noticias e información previamente aprobadas o censuradas.

Por eso es tan importante el dilema Facebook. Esta red social es el icono  de lo que sucede y puede ocurrir en los próximos lustros. Si llega a desaparecer, si se mantiene vigente, si continúa como un negocio redituable, si es una fuente de información e inteligencia para los gobiernos, si se transforma en algo completa mente nuevo y de acceso y uso libre. Cada una de estas posibilidades afectará el paisaje cultural humano como antes lo hacían las presas en los valles, con sus consecuencias positivas y negativas inexorables.

Así que cuando algún protagonista de esta lucha por la información anuncia el fin de Facebook y Twitter no solo pone en riesgo nuestra fuente de esparcimiento y chismorreo, sino que plantea un dilema ético, económico (entre ambos se acercan a un valor de 80 mil millones de dólares) y tecnológico de proporciones mundiales, al que no podemos estar ajenos.

Por lo pronto, más allá de estas consideraciones,yo no quiero que desaparezcan estas dos redes sociales. Aun me faltan demasiados niveles de Candy Crush Saga y de Clash of Clans por avanzar y necesito una red social donde postear y presumir mis avances en estos juegos en línea.

¿O acaso alguien conoce algún software de acceso libre de estos juegos?




Este es el motivo por el que Facebook va a desaparecer

martes, 7 de enero de 2014

2013 el año de las incógnitas




En la edad media el conocimiento del mundo era tan limitado que los cartógrafos, profesionales-artesanos encargados de dar forma al mundo más allá de nuestra vista,  se encontraban obligados a realizar mapas incompletos, obligados a usar  datos que algunos exploradores imaginativos o las leyendas les proporcionaban la tradición y los viajeros poco confiables para llenar los gigantescos huecos de información con los que se veían obligados a trabajar.

Así que cuando hoy día miramos aquellos mapas los encontramos más parecidos a un libro  de literatura fantástica plagado de leviatanes, krakens, tierras inexistentes o por lo menos totalmente equivocadas en sus descripciones de los pueblos que las habitaban y lugares donde se encontraban.

Así  en un mapa de aquellos tiempos podíamos encontrar Lemuria, la Atlántida y la fuente de la eterna juventud al igual que Europa, París y Roma; la tierra del Dorado y las islas de las sirenas caníbales  junto con América o el Cabo de buena esperanza, y en el peor de los casos el Olimpo o cualquier otra residencia de dioses y demonios en la tierra a dos pasos de alguna ciudad importante. En el caso de los cartógrafos más honestos simplemente ponían en esas zonas desconocidas una leyenda que lo explicaba todo en dos palabras: “terra incognita”.

Aparentemente esto es historia antigua al encontrarnos en una época donde vivimos con la información instantánea y la tecnología que aparentemente pone todos los datos de todos los temas en nuestras manos no existen tales huecos y los mapas antiguos pertenecen a territorio de la anécdota. Sin embargo el año que acaba de pasar se siente como un viaje hacia aquel pasado lleno de incertidumbre y nos deja en la misma posición de los antiguos dibujantes de mapas  que no sabían cómo realizar su tarea sin recurrir a los recursos fantásticos o la aceptación de su ignorancia.

Desde el inicio de 2013 nos hemos encontrado en México con una gran variedad eventos inéditos o por lo menos que habían caído en aparente olvido al instaurarse la alternancia democrática, Esto ha hecho que muchos de nuestros  pronósticos  y análisis se conviertan en tanteos en busca de la dirección correcta, o mejor dicho nos hemos visto obligados a entrar en la terra incognita de situaciones políticas y económicas que  no esperábamos y debemos interpretar con cuidado para no caer en el error de crear minotauros, hadas o Camelots para después aceptar que nos equivocamos o quedar profundamente decepcionados.

Con la llegada de una nueva alternancia en el gobierno federal, que devolvió al PRI a los Pinos después de doce años, las sorpresas se han ido acumulando. La primera es, por supuesto, la conformación del Pacto por México, que prometía terminar con la inmovilidad política que estrangulaba al país y prometía un mínimo grado de concordia  entre los principales actores políticos.
La segunda gran sorpresa nos la dio el accidentado pero constante cumplimento de su contenido, en el cual se prometían cosas que hace dos o tres años hubieran sonado a novela de política al mejor estilo de la canción de Chava Flores: “a qué le tiras cuando sueñas mexicano…”

Dentro del acuerdo se sembraron las ideas e intenciones de los partidos principales para continuar construyendo el inesperado paraje donde comenzamos avivir, un  año después. Ahí encontramos los primeros trazos de las Reformas hacendaria, educativa y energética. Y a pesar de las diferencias siempre expresadas en el pasado, los presidentes del PRI, PAN y PRD realizaron un compromiso político que no fue letra muerta y se pusieron a gestionarlo y llevarlo adelante, a pesar de las presiones y las diferentes interpretaciones y cuestionamientos que esto les acarreó dentro y fuera de su respectivo partido.

Y nuestra novedad nacional se reforzó con muchos eventos que siguieron. Alianzas en el congreso PRI-PRD para unas reformas y PRI-PAN para otras, caída estrepitosa de la todopoderosa líder magisterial (algo inesperado pero históricamente acorde con el gobierno priísta de turno); la elegante aceptación de los panistas de su rol de opositores; el apagón informativo que se acordó para evitar un clima de histeria mediática.

Todo nos ha llevado al territorio más desconocido que hemos pisado los mexicanos en casi 20 años, desde que las elecciones del ´88 nos hicieran sentir que todo podía cambiar y nos trajeron la incertidumbre como modelo de vida nacional.

Lo importante es que este año, el 2014, deje de ser un año de sorpresas y de incógnitas. Los mapas medievales fueron cayendo en el desuso y la obsolescencia debido a que los exploradores, conquistadores y aventureros de Europa fueron cada vez más lejos en el mar y en la tierra. La incógnita de lo que había en el mundo se fue reduciendo lenta y constantemente y los mapas se volvieron una ciencia cada vez más precisa y hasta matemática.

Eso es lo que deberíamos poner como destino en este año para los mexicanos, una misión de conocimiento y reconocimiento. ¿Existen las quimeras maravillosas que nos prometen los cambios que llevaron adelante los políticos?, ¿en realidad hay monstruos indomables más allá del horizonte?, ¿Seremos nuevamente el país del mañana y dejaremos pasar esta oportunidad de averiguar lo que sucede en la tierra que nos tocó vivir?, ¿o nos conformaremos con ver “terra incognita” en todos los aspectos de nuestra vida nacional?

Yo prefiero caminar para ir borrando esas palabras del mapa de México.