domingo, 13 de octubre de 2013

Columna publicada en la Silla Rota.com, 12/oct/13



POR EL RUMBO DE REFORMA

En una conversación con un buen amigo mío surgió el tema de lo cercano que se encuentra ya el cumplimiento del primer año real del nuevo PRI en el gobierno federal. Invariablemente lo primero que se nos vino a la boca fueron dos términos: reformas y confusión.

En primer lugar este año del gobierno de EPN se  ha caracterizado por una alta ambición por cambiar muchas de las reglas de juego  del Estado, al impulsar tanto el acuerdo denominado Pacto por México como numerosas reformas que podrían cambiar sustancialmente el rostro de nuestro país. Ambición que ha desatado a su paso polémica y cuestionamientos fuertes a las motivaciones y objetivos de las mismas.

De dicha  polémica surge la segunda palabra que mencionaba arriba. Las diferentes posiciones y discursos de los partidos, poderes  y grupos de interés involucrados  inundan las redes sociales y las conversaciones de café, al igual que los espacios informativos de los distintos medios.  Si sumamos que el gobierno federal ha mantenido una congruente pero poco profunda campaña de información a través de su concepto si se puede en todos los temas de la agenda quedamos con más dudas al final del día de las que teníamos al comenzar el sexenio.

¿Las reformas planteadas son realmente en beneficio de  la mayoría?, ¿nuestros gobernantes han pensado con cuidado los efectos en la economía nacional y en los bolsillos de los ciudadanos de a pie?,  ¿hasta qué punto  existe un verdadero compromiso por parte de los partidos que suscribieron el pacto para llevar adelante las reformas si el mismo gobierno parece aliado del PAN en algunas reformas y del PRD en otras?

Cada reforma merece que le dediquemos, al menos, un par de reflexiones antes de que nuestra víscera tome posición ante cada propuesta gubernamental. Empecemos por la reforma a las telecomunicaciones y su relación con la competencia en el sector con el hombre más rico del mundo.

Durante el debate surgido a raíz del proceso de legislación y promulgación de esta reforma se estableció que se debía abrir el espectro radioeléctrico a nuevas cadenas de televisión nacionales. La consecuencia que esto traería daría como resultado nuevas posibilidades de ampliar la oferta de contenidos a través de los nuevos canales digitales abiertos.

Al final, parecía que el gran ganador de esta reforma sería el pueblo de México: mayor oferta de contenidos significaba más libertad para informarnos, nuevos participantes en la TV abierta lograría el anhelado desmembramiento del duopolio Televisa-Azteca y como resultado los ciudadanos ganaríamos espacios y poder de una forma que no tenía precedentes en la historia de las telecomunicaciones nacionales.

Sin embargo la confusión se hizo presente cuando algunos se empezaron a dar cuenta de los puntos que condicionan esta reforma y sus posibles resultados. El primero de ellos se refiere al dinero necesario para establecer una infraestructura tecnológica necesaria para tal empresa. El segundo planteamiento nos  permite pensar que tan libre o no será esta cadena una vez establecida y el tipo de información a la que tendremos acceso como audiencia.

En ambos casos las palabras Carlos Slim aparecen reduciendo de forma significativa las aspiraciones ciudadanizantes y democratizadoras que esta reforma despertó. En primer lugar, muy pocos empresarios mexicanos tienen la capacidad para realizar este tipo de inversión,  convirtiéndose en candidatos naturales cualquiera de las empresas de telecomunicaciones propiedad del ingeniero.

Con esto, la supuesta  entrada de nuevos jugadores en el campo de las telecomunicaciones se cierra en gran medida. Una televisora de estas características no sólo sería la nueva joya de la corona de Grupo Carso (que ya posee América Móvil, Telmex/Telcel y TVUno en el ramo de telecomunicaciones), sino que se establecería una mayor concentración y establecería una posición de poder mayor. Es decir, en lugar de un duopolio televisivo se establecería un triunvirato.

En cuanto al segundo punto, acceso a contenidos e información plurales, la nueva televisora de América Móvil/Telmex no modificaría en gran medida la situación actual. Bien conocida es la situación de la compra de derechos del mundial de fútbol y la obligación de las televisoras de Cgapultepec y el Ajusco de comprar los derechos de retrasmisión para TV abierta, la famosa punta del iceberg . 

Algunos ejemplos de la estrategia que se ha seguido en este ámbito por parte de Slim los constituyen la compra de Figura Stick, productora  estadounidense que distribuye documentales a canales como NatGeo y Discovery, con la finalidad de producir contenidos exclusivos para Latinoamérica. A esto se suma que Ora.TV, también propiedad de Slim,  se ha consolidado como productor de contenidos digitales al tiempo que el ngeniero se fortalece con inversiones cercanas a los 40 mdd sus canales  y compañías de distribución  de los mismos que ha adquirido en los últimos años, como Shazam.

De este modo, y cada vez más, tanto el duopolio como los usuarios “libres” de la red se han visto en la obligación de adquirir contenidos producidos por la persona que con mayor probabilidad será el dueño del nuevo jugador de la TV abierta. 

Como una taneza bien preparada y aceitada, la adquisición de un canal de TV abierta permitirá redondear la estrategia de consolidación de Slim y y su grupo de compañías como el nuevo gigante indicutible de las telecomunicaciones de nuestro país, en todos los ámbitos.
Así pues las reformas están en marcha, crearán nuevos campos y condiciones de juego pero en vez de transformar significativamente, parecen establecer nuevos grupos de poder en los medios, como si hicieran falta.

Y aún no hablamos del IFETEL…

eduardohiguerabonfil@gmail.com