POR EL RUMBO DE REFORMA
En una conversación con un buen amigo mío
surgió el tema de lo cercano que se encuentra ya el cumplimiento del primer año
real del nuevo PRI en el gobierno federal. Invariablemente lo primero que se
nos vino a la boca fueron dos términos: reformas y confusión.
En primer lugar este año del gobierno de EPN
se ha caracterizado por una alta
ambición por cambiar muchas de las reglas de juego del Estado, al impulsar tanto el acuerdo
denominado Pacto por México como numerosas reformas que podrían cambiar
sustancialmente el rostro de nuestro país. Ambición que ha desatado a su paso
polémica y cuestionamientos fuertes a las motivaciones y objetivos de las
mismas.
De dicha
polémica surge la segunda palabra que mencionaba arriba. Las diferentes
posiciones y discursos de los partidos, poderes y grupos de interés involucrados inundan las redes sociales y las
conversaciones de café, al igual que los espacios informativos de los distintos
medios. Si sumamos que el gobierno
federal ha mantenido una congruente pero poco profunda campaña de información a
través de su concepto si se puede en
todos los temas de la agenda quedamos con más dudas al final del día de las que
teníamos al comenzar el sexenio.
¿Las reformas planteadas son realmente en beneficio
de la mayoría?, ¿nuestros gobernantes
han pensado con cuidado los efectos en la economía nacional y en los bolsillos
de los ciudadanos de a pie?, ¿hasta qué
punto existe un verdadero compromiso por
parte de los partidos que suscribieron el pacto para llevar adelante las
reformas si el mismo gobierno parece aliado del PAN en algunas reformas y del
PRD en otras?
Cada reforma merece que le dediquemos, al
menos, un par de reflexiones antes de que nuestra víscera tome posición ante
cada propuesta gubernamental. Empecemos por la reforma a las telecomunicaciones
y su relación con la competencia en el sector con el hombre más rico del mundo.
Durante el debate surgido a raíz del proceso
de legislación y promulgación de esta reforma se estableció que se debía abrir
el espectro radioeléctrico a nuevas cadenas de televisión nacionales. La
consecuencia que esto traería daría como resultado nuevas posibilidades de
ampliar la oferta de contenidos a través de los nuevos canales digitales
abiertos.
Al final, parecía que el gran ganador de esta
reforma sería el pueblo de México: mayor oferta de contenidos significaba más
libertad para informarnos, nuevos participantes en la TV abierta lograría el
anhelado desmembramiento del duopolio Televisa-Azteca y como resultado los
ciudadanos ganaríamos espacios y poder de una forma que no tenía precedentes en
la historia de las telecomunicaciones nacionales.
Sin embargo la confusión se hizo presente
cuando algunos se empezaron a dar cuenta de los puntos que condicionan esta reforma
y sus posibles resultados. El primero de ellos se refiere al dinero necesario
para establecer una infraestructura tecnológica necesaria para tal empresa. El
segundo planteamiento nos permite pensar
que tan libre o no será esta cadena una vez establecida y el tipo de
información a la que tendremos acceso como audiencia.
En ambos casos las palabras Carlos Slim
aparecen reduciendo de forma significativa las aspiraciones ciudadanizantes y
democratizadoras que esta reforma despertó. En primer lugar, muy pocos
empresarios mexicanos tienen la capacidad para realizar este tipo de inversión, convirtiéndose en candidatos naturales
cualquiera de las empresas de telecomunicaciones propiedad del ingeniero.
Con esto, la supuesta entrada de nuevos jugadores en el campo de
las telecomunicaciones se cierra en gran medida. Una televisora de estas
características no sólo sería la nueva joya de la corona de Grupo Carso (que ya
posee América Móvil, Telmex/Telcel y TVUno en el ramo de telecomunicaciones),
sino que se establecería una mayor concentración y establecería una posición de
poder mayor. Es decir, en lugar de un duopolio televisivo se establecería un
triunvirato.
En cuanto al segundo punto, acceso a
contenidos e información plurales, la nueva televisora de América Móvil/Telmex
no modificaría en gran medida la situación actual. Bien conocida es la
situación de la compra de derechos del mundial de fútbol y la obligación de las
televisoras de Cgapultepec y el Ajusco de comprar los derechos de retrasmisión
para TV abierta, la famosa punta del iceberg .
Algunos ejemplos de la estrategia que se ha
seguido en este ámbito por parte de Slim los constituyen la compra de Figura
Stick, productora estadounidense que
distribuye documentales a canales como NatGeo y Discovery, con la finalidad de
producir contenidos exclusivos para Latinoamérica. A esto se suma que Ora.TV,
también propiedad de Slim, se ha
consolidado como productor de contenidos digitales al tiempo que el ngeniero se
fortalece con inversiones cercanas a los 40 mdd sus canales y compañías de distribución de los mismos que ha adquirido en los últimos
años, como Shazam.
De este modo, y cada vez más, tanto el
duopolio como los usuarios “libres” de la red se han visto en la obligación de
adquirir contenidos producidos por la persona que con mayor probabilidad será
el dueño del nuevo jugador de la TV abierta.
Como una taneza bien preparada y aceitada, la
adquisición de un canal de TV abierta permitirá redondear la estrategia de
consolidación de Slim y y su grupo de compañías como el nuevo gigante
indicutible de las telecomunicaciones de nuestro país, en todos los ámbitos.
Así pues las reformas están en marcha,
crearán nuevos campos y condiciones de juego pero en vez de transformar
significativamente, parecen establecer nuevos grupos de poder en los medios,
como si hicieran falta.
Y aún no hablamos del IFETEL…
eduardohiguerabonfil@gmail.com